Al subir al Cerro del Ángel en Getafe no sabía bien qué me esperaría. Todos los días no se entrevista a un obispo, lo que pasa que en Jerez estamos muy mal acostumbrados. Eso de poder levantar el teléfono o encontrarte a don José por la calle no es habitual. Bueno, al menos aquí en Madrid o en Sevilla, lugares donde vivo y he vivido, no lo es. Es más, no todos los medios de comunicación tienen acceso a los prelados. Sin ir más lejos, Juan José Asenjo, arzobispo emérito de Sevilla, se reunía periódicamente con periodistas no para conceder entrevistas, sino para informarse en petit comité. De ahí salían informaciones llamadas ‘confidenciales’, eso es innegable, pero no era un obispo especialmente expuesto mediáticamente.
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Y don José parece más atrevido. Pasamos de un don José que conforme pasaron los años fue abriéndose, fue sintiéndose cómodo en la diócesis y, en particular, en Jerez, a un don José que llegará con un aire de apertura. Y no es que Mazuelos fuera un obispo especialmente férreo en sus mandatos. Recuerden a Bellido Caro que, por cierto, al final, también terminó abriendo su mano a las cofradías de manera explícita. Pero Rico Pavés, a riesgo de equivocarme tan pronto, respira Concilio Vaticano II y el camino sinodal de Francisco I.
Don José quiere conocer antes de hacer. Y quiere acercarse de manera individual, concienzuda, para saber las necesidades de su diócesis. Entre ellas, las de las cofradías, de las que habla poco pero muy bien. Está abierto a escuchar, a recibir propuestas y a buscar soluciones a los posibles problemas que hayan surgido. Porque quizás no lo tengamos claro, pero el talante quizás sea una de las cosas más necesarias en los tiempos que corren. Y, -ya no repito esto más- al parecer, Rico Pavés parece tenerlo innato.
Si las primeras impresiones fueran las correctas, diríamos que es un hombre amable y afable a la vez, a la par que educado. Estaba visiblemente emocionado, incluso se rió contando los mensajes que había recibido. Posteriormente le llamé por teléfono para aclarar un asunto de las fotografías que hicimos y ya me había guardado en su agenda: «Dime, Alejandro». Y es que, no les voy a engañar, me ha caído muy bien, simple y llanamente. Entiendo ahora mejor los mensajes de despedida de los getafenses en redes sociales.
Mucha suerte, don José.